
Símbolos de Navidad
La
fiesta de la Navidad, tan ligada a la figura de Jesús,
está llena de símbolos espirituales. Los símbolos
están presentes en todas las religiones, y su poder reside
en que transmiten verdades espirituales profundas de forma directa,
sin pasar por el intelecto o la razón. Pero el Ser profundo
de las personas reconoce la verdad que estos símbolos transmiten.
De ahí su poder de atracción.
La
imagen tradicional del nacimiento de Jesús muestra la presencia
de María y de José a ambos lados de la cuna del niño,
a veces a un buey y a una mula. Éstos representan a los nadis
Ida y Pingala, el primero femenino y el segundo masculino. Cuando
las energías masculina y femenina de estos nadis están
en equilibrio, entonces se despierta y activa Kundalini, la energía
divina. Kundalini empieza a elevarse a través del nadi Sushumna,
situado entre Ida y Pingala. Con su ascenso, Kundalini provoca el
nacimiento de la consciencia divina, el niño divino.
Jesús
nace en un pesebre, lugar donde se guardan los animales, no donde
viven los seres humanos. ¿Por qué? La energía
Kundalini surge desde el primer chakra, ubicado debajo de la columna
vertebral, cerca de los genitales, y asociado a la energía
sexual. Un lugar de energías primarias, por eso el simbolismo
del pesebre. Ahí nace Kundalini, que en su ascenso irá
transformando y divinizando la consciencia.
Esa
energía Kundalini asciende a través del nadi Sushumna,
en busca del chakra de la corona, situado encima de la cabeza. El
caduceo de Hermes, el símbolo que podemos ver en las farmacias,
representa este ascenso del poder serpentino que asciende a través
de la columna vertebral. Cuando la energía Kundalini llega
hasta el chakra de la corona y se funde con él, el yogui
entra en samadhi, el trance de la unión con el Absoluto,
el Padre (o Shiva, el nombre que los Siddhas daban al Absoluto).
La
estrella de Navidad, en los cielos, representa la luz divina, visible
en el chakra del tercer ojo o en el chakra de la corona. Es la luz
que perseguían los tres reyes magos en busca del Divino.
Los tres nadis, Ida, Pingala y Sushumna, convergen en el sexto chakra,
el tercer ojo. Hasta allí se encaminan sus energías,
en busca del Divino, para que el yogui ascienda hasta el encuentro
de Dios en el chakra de la corona. La luz divina muestra el camino.
¿Existe
algún símbolo navideño de Kundalini, de esta
energía divina que nace desde el primer chakra y asciende
al encuentro de Shiva, el Padre, en el chakra de la corona? Sí,
el árbol de Navidad, que representa el eje de la columna
vertebral por la que asciende el nadi sushumna. En lo alto del árbol
se coloca la estrella de Navidad, la meta de los esfuerzos del yogui,
y las diferentes bolas de colores que se cuelgan en él nos
recuerdan los diferentes chakras.
En
el árbol se depositan los regalos que es costumbre dar en
estas fiestas. La apertura de los diferentes chakras, conforme Kundalini
asciende por ellos, produce determinados dones o poderes, que en
Yoga se llaman “siddhis”: poder de visión, de
sabiduría, de omnisciencia, de materialización, etc.
Los regalos representan los siddhis y bendiciones que adquiere el
yogui con su despertar espiritual.
En
estas fiestas también nos gusta llenar todo de luces y de
velas. En lugares donde un yogui ha realizado mucha práctica
espiritual permanece un tipo de prana (energía) sutil y espiritual,
reconocible ante la visión de un yogui experimentado. Este
prana se percibe como diminutos puntos brillantes de luz blanca
o dorada, similar a las luces tintineantes que se colocan en la
Navidad.
Cuenta
el Evangelio:
En esa misma región había unos pastores que
pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus
rebaños. Sucedió que un ángel del Señor
se les apareció. La gloria del Señor los envolvió
en su luz, y se llenaron de temor. Pero el ángel les dijo:
“No tengáis miedo. Mirad que os traigo buenas noticias
que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo.
Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo
el Señor. Esto os servirá de señal: Encontraréis
a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De repente apareció una multitud de ángeles del cielo,
que alababan a Dios y decían: “Gloria a Dios en las
alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad”,
(Lucas 2.8-14).
Cada
chakra está asociado a una divinidad, un aspecto divino diferente.
La apertura de los chakras por el ascenso de Kundalini es un gran
evento que puede incluir la visión y manifestación
en el yogui de cada una de estas energías divinas, junto
con sus dones. Estas diversas manifestaciones buscan finalmente
el ascenso de la energía hacia la corona, para el pleno nacimiento
del Divino y para el establecimiento del Reino de Dios, la plena
consciencia divina, en el yogui.
Narra
el evangelista que los pastores fueron a adorar, con sus rebaños,
al niño Dios. La simbología de ello es que, conforme
se van activando los chakras y se extiende el Reino de Dios por
la Tierra, por la consciencia del yogui, las diferentes potencias
de la personalidad, representadas por los pastores y sus rebaños,
se van poniendo al servicio de una consciencia superior, la naciente
consciencia divina.
Según
el Yoga, el universo, el macrocosmos, guarda una correspondencia
con el microcosmos, el cuerpo y la consciencia del hombre. En las
fechas de diciembre se celebraba tradicionalmente el solsticio de
invierno, cuando empieza el incremento y predominio de la luz diurna
sobre la oscuridad de la noche. De modo que este evento externo
del crecimiento de la luz solar evoca en nosotros el nacimiento
de la luz divina, y de una forma consciente o inconsciente celebramos
que un día la consciencia divina nacerá en nosotros,
con todos sus dones, y el Reino de Dios se extenderá sobre
la Tierra. Nuestra alma lo sabe, y aguarda con secreto gozo este
nacimiento.
El
amor se evoca también en estas fechas, y se celebra el acto
de regalar. Una vez al año, la naturaleza externa y nuestra
naturaleza interna nos recuerdan que somos eso, luz divina y amor.
Y, no importa que nuestra personalidad superficial recuerde o no
el significado profundo de esta celebración, el Ser en nosotros
nos hace regocijarnos al contemplar estos símbolos que nos
recuerdan quiénes somos.

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